ESPERANZA
Aquel día el mendigo fue algo más
tarde a donar sangre al hospital.
Esta vez no le movía el interés.
Sabía que no se llevaría el bocata de tortilla de costumbre, ni los diez euros
que aquella ATS de ojos cándidos le daba disimuladamente, ni los repetidos
consejos del médico de guardia sobre los perjuicios que el alcohol y el tabaco
causan.
No.
Ese día sólo se llevaría la
esperanza de que su sangre pudiera salvar alguna vida.
FIN
J. Yébenes.-
Dedicado a las víctimas del accidente de tren de Santiago y a todos los
que acudieron en su ayuda.